Gracias al escandallo, determinar los costes de un producto y su precio de venta resulta mucho más sencillo.
El escandallo es una herramienta muy importante para muchos negocios. Sin su uso, el riesgo de caer en sobrecostes es alto y, además, puede que los productos no se vendan al precio adecuado. Dado su peso para la gestión de un negocio, es conveniente que lo conozcamos en detalle.
ÍNDICE
1. Qué es el escandallo.
2. Escandallo de un producto.
3. Cómo se hace el escandallo.
4. Pasos a seguir.
4.1. Estudiar el mercado y a la competencia.
4.2. Determinar los costes.
4.3. Identificar el valor añadido que aportamos.
4.4. Asignación.
4.5. Monitorizar y ajustar.
1. Qué es el escandallo
Es una herramienta de gestión orientada al cálculo de los costes de un producto. Al determinarlos, resulta más fácil establecer un precio de venta adecuado para, de este modo, dar la debida sostenibilidad a las actividades de una empresa. Por regla general, adopta la forma de una tabla en la que aparecen diferentes datos.
Se utiliza en varios sectores de la economía dedicados a la fabricación, pero también en la ejecución de un proyecto en el que se vayan a usar distintos materiales. En todos los casos mencionados, los escandallos contribuyen a establecer de modo correcto los costes previstos.
Por descontado, podemos clasificar y categorizar los diferentes elementos que afectarán al coste final. Esta es una forma de aumentar el control sobre la gestión de la producción o el proyecto en curso. Llegado el momento, se podrá contrastar con la realidad para detectar desviaciones o sobrecostes y tomar las decisiones pertinentes.
2. Escallo de un producto
Utilizar esta herramienta es importante para un producto en fabricación. Para empezar, nos permite ajustar los precios en función de la demanda y su elasticidad. Al establecer diferentes valores según la calidad o los atributos del objeto, la adaptación es más sencilla. En este sentido, podemos alcanzar a un público más amplio y ajustarnos a sus necesidades.
Sin su uso, no podemos controlar la materia prima con suficiente precisión y hacer que la producción sea rentable. Gracias a la herramienta, disponemos de una referencia de los precios que estamos pagando y su evolución en el tiempo. Asimismo, al automatizar su actualización con un programa informático, ganamos en agilidad y reducimos los errores. Cualquier cambio se notará al instante y podremos comprobar qué ha ocurrido.
Otro aspecto interesante es que nos ayuda a determinar si un producto es rentable o no. Si el coste supera a los beneficios obtenidos, debemos tomar cartas en el asunto en el menor tiempo posible. Se trata de no incurrir en pérdidas que podrían poner en peligro la estabilidad del negocio. Con la información que nos muestra, podemos desarrollar una amplia variedad de estrategias para sacar partido a un porfolio de productos.
3. Cómo se hace el escandallo
En primer lugar, debemos determinar cuál es el coste real del producto que fabricamos. El valor que buscamos se compone de dos aspectos esenciales: los costes directos y los indirectos. En los primeros se incluye el importe de las materias primas o materiales que usamos en la fabricación. También hay que añadir lo que gastamos en el proceso productivo en sí y la mano de obra que interviene.
En cuanto a los costes indirectos, se deben establecer de manera proporcional. Para no equivocarnos, efectuaremos un análisis detallado de los importes a lo largo de todo un año. En este caso, hemos de tener en cuenta los gastos administrativos, las herramientas utilizadas, lo que pagamos por las instalaciones y los seguros contratados.
Todos los datos mencionados han de recogerse en una tabla para comprender el coste real de cada producto. Así, estaremos en posición de establecer un precio final que resulte atractivo para el cliente y que esté ajustado a las características del negocio. Asimismo, incluiremos el volumen de actividad de la empresa para alcanzar un margen de beneficios que nos sea satisfactorio.
Eso sí, a la hora de introducir los datos y realizar los cálculos, es fundamental ceñirse a la realidad. Cualquier exageración o alteración hará que el escandallo pierda todo su valor. De hecho, acabaremos fijando precios que no son reales y que, en consecuencia, no serán competitivos.
4. Pasos a seguir
Estos son los pasos necesarios para obtener resultados satisfactorios al emplear este sistema.
4.1. Estudiar el mercado y a la competencia
Investigar los precios que asignan los competidores y cómo ofrecen sus servicios o productos es de gran ayuda. Nos permite hacernos una idea de lo que están dispuestos a pagar los clientes, así como medir el estado del mercado. Tendremos un punto de referencia antes de empezar a realizar los ajustes necesarios.
4.2. Determinar los costes
Hemos de valorar lo que nos cuesta la producción de una manera completa. Es preciso incluir los costes directos (mano de obra, materiales…) y los indirectos (gastos generales, la publicidad…).
4.3. Identificar el valor añadido que aportamos
Como empresa, debemos aportar un valor extra para que los clientes confíen en nosotros. Algunos ejemplos son un servicio de atención excelente, la rapidez en la fabricación o la calidad que ofrecemos. Dichos factores, que suelen ser intangibles, afectan a la fijación de un precio a través del margen de beneficio.
4.4. Asignación
Una vez determinados los costes y los valores agregados, aplicamos los resultados en función de cada producto y su categoría. Hay que asegurarse de que los precios sean lo suficientemente bajos como para que resulten competitivos y atractivos para los clientes. Sin embargo, también han de cubrir la producción y aportar un beneficio.
4.5. Monitorizar y ajustar
Tras lanzar los productos al mercado, es indispensable realizar un seguimiento de su comportamiento. Pese a ser el último paso, resulta esencial para desarrollar estrategias de venta y para retirar aquellos artículos no rentables.
Todo lo que hemos visto es posible gracias al escandallo. Esta herramienta simple y efectiva nos ayudará a gestionar el negocio con rigor y profesionalidad. También nos permitirá no cometer errores y ajustar los precios que ofrecemos frente a cualquier situación. Y si algún producto deja de ser rentable, lo descubriremos sin tener que efectuar complejos análisis.