Hacer un presupuesto, en especial el de tesorería, ayuda a que las empresas gasten solo lo necesario.
ÍNDICE
1. Presupuesto para la gestión de tesorería.
2. Partes del presupuesto.
2.1.Ingresos.
2.2. Gastos operativos y no operativos.
2.3. Inversiones y financiamiento.
3. ¿Para qué sirve?
4. Consejos para mejorar la gestión de tesorería.
4.1. Revisar flujos de efectivo.
4.2. Mejorar gestión de cobros.
4.3. Gestionar tus fuentes de financiamiento.
A la hora de hacer un presupuesto, es preciso contar con una buena planificación. Al tratarse de un documento de tanta relevancia, no conviene dejar ningún aspecto al azar. De él dependerá la seguridad y la salud financiera de la empresa, razón de más para tomarse el tiempo pertinente en hacerlo.
1. Presupuesto para la gestión de tesorería
Es una herramienta financiera utilizada para planificar y controlar los flujos de efectivo. Para que sea útil, se enfoca en la gestión de los recursos monetarios. Al prestarles atención, podemos garantizar que exista una suficiente liquidez para cubrir las necesidades. Así, es indispensable tener en cuenta tanto los ingresos que se obtienen como los gastos.
Permite proyectar la actividad del negocio en el corto plazo, por ejemplo, un mes o un trimestre. Esto ayuda a identificar los momentos en los que se espera un excedente de efectivo. Pero también es útil para lo contrario, es decir, determinar cuándo vamos a pasar por una escasez. Por tanto, no nos costará adaptarnos, adoptar decisiones o actuar de manera precavida según la situación.
Cuando se quiere realizar un presupuesto de tesorería, se recurre a varias fuentes de información. Tal es el caso de las proyecciones de ventas, cuentas por cobrar o pagar, inventarios u otros factores. Todos ellos tienen un impacto en los flujos de efectivo. Por ello, proveen de datos que llegan a ser vitales.
2. Partes del presupuesto
Un presupuesto de tesorería está compuesto por una serie de partes. Cada una reporta información de interés para que podamos hacer las proyecciones pertinentes. Se recomienda que los datos que se aporten sean fieles a la realidad. De lo contrario, el documento final carecerá de utilidad, puesto que podría conducir a cometer errores.
2.1. Ingresos
Es la sección del presupuesto que incluye todas las fuentes de ingresos de la compañía. Algunos ejemplos son:
- Ventas de productos o servicios.
- Inversiones.
- Préstamos y créditos.
- Subvenciones.
- Contribuciones de capital.
Cada apartado de esta parte variará en función de la situación de la empresa. Lo mismo ocurrirá con el desglose de las partidas, que es recomendable que sea lo más preciso posible. Además, es preciso prestar atención al tiempo en el que se acometen ciertos cobros. Por ejemplo, quizás se espera que un cliente pague en un mes. Por tanto, hay que evitar las confusiones y no imputarlo cuando no corresponde.
2.2. Gastos operativos y no operativos
Al igual que ocurre con los ingresos, en este apartado se hacen constar todos los gastos operativos y no operativos. Los primeros consideran los salarios, costes de producción o alquileres de edificios. Sin ellos, la empresa no podría llevar a cabo su actividad con normalidad. En cuanto a los segundos, se engloban los que están relacionados indirectamente con la compañía. Dos ejemplos son el pago de dividendos y la amortización de una deuda.
2.3. Inversiones y financiamiento
La finalidad de esta parte es recoger las inversiones y la financiación de la compañía. Ambas dependen de una cuidadosa planificación, ya que se busca obtener nuevos recursos en los dos casos. En uno se coloca el efectivo al que se quiere incrementar la rentabilidad y en el otro se piden prestados. Tomar ambas decisiones afecta a la tesorería, por lo que no debemos perderlas de vista.
3. ¿Para qué sirve?
Confeccionar el presupuesto nos sirve para varias acciones. La primera es la planificación financiera de los flujos de efectivo futuros. Nos ayuda a anticipar cuánto dinero entrará y saldrá de la empresa en un momento dado. Por ello, es un elemento clave para la toma de decisiones estratégicas, en especial durante una crisis.
Junto con lo anterior, es útil para que la gestión de la liquidez sea la mejor posible. Y no es un factor que podamos tomarnos a la ligera. Sin dinero en las arcas, el crecimiento y la supervivencia de la compañía se verán comprometidos. No tendremos margen de maniobra si surge un imprevisto o para pagar a los proveedores y los impuestos.
Igualmente, posibilita desarrollar un control financiero estricto, así como el seguimiento de la entrada y salida de efectivo. Con el paso del tiempo y la ejecución del presupuesto, podemos revisar si lo hemos cumplido. En caso de existir desviaciones, no nos costará tomar las medidas adecuadas para revertirlas. Por tanto, conseguimos que las gestiones se vuelvan cada vez más eficientes.
4. Consejos para mejorar la gestión de tesorería
Dado que la gestión de tesorería debe ser la mejor posible, cabe la posibilidad de seguir algunas recomendaciones. Gracias a ellas, lograremos ganar en eficiencia al tiempo que reducimos en número de errores que cometemos.
4.1. Revisar flujos de efectivo
Es recomendable comprobar, de manera regular, cómo evolucionan los flujos de efectivo en tiempo real. Esto nos facilita comparar las proyecciones y comprobar si estamos desviándonos o no. Así, conseguimos adelantarnos y actuar con rapidez.
4.2. Mejorar gestión de cobros
Implementar políticas y procedimiento efectivos para gestionar las cuentas por cobrar es esencial. Es una forma de neutralizar los impagos y de acelerar los pagos que aún están pendientes. Ya sea mediante incentivos o estableciendo plazos claros, optimizamos todo el proceso.
4.3. Gestionar tus fuentes de financiamiento
Hay que evaluar con cuidado las opciones de financiamiento sobre la mesa. Conviene revisar las condiciones que nos ofrecen, las diferentes clases o los tipos de interés. En función de lo que la empresa requiera, procederemos de un modo u otro.
Hacer un presupuesto de tesorería es un proceso obligatorio para cualquier empresa que quiera crecer. Contribuye a mantener los gastos bajo control, a planificar a corto plazo y a tener unos objetivos claros. Eso sí, es indispensable llevarlo a cabo con detalle, siendo realistas y evaluando de manera constante el progreso realizado.